sábado, 29 de septiembre de 2012

Austeridad Injustificada

Pocos días atrás, la sabiduría convencional era que Europa finalmente tenía las cosas bajo control. El Banco Central Europeo, con la promesa de comprar bonos de gobiernos en problemas si es necesario, había calmado los mercados. Todo lo que las naciones deudoras tenían que hacer, decían, era someterse a una austeridad más y más profunda - la condición para los préstamos de los bancos centrales - y todo iría bien.

Pero los proveedores de sabiduría convencional olvidaron que había gente involucrada. De repente, España y Grecia son sacudidas por huelgas e inmensas manifestaciones. El público en esos países está, de hecho, diciendo que ha alcanzado su límite. Con el desempleo a niveles de Gran Depresión y con trabajadores de clase media reducidos a investigar los containers de basura en busca de comida, la austeridad ya ha ido demasiado lejos. Y eso significa que podría no haber acuerdo después de todo.

Muchos comentarios sugieren que los ciudadanos de España y Grecia sólo están retrasando lo inevitable, rebelándose ante sacrificios que deben, de hecho, hacerse. Pero la realidad es que los manifestantes tienen razón. Más austeridad no sirve ningún propósito útil; los auténticos jugadores irracionales aquí son los supuestamente serios políticos y oficiales que están exigiendo aún más dolor.


Fijémonos en las miserias de España. Cual es el auténtico problema económico? Básicamente, españa está padeciendo la resaca de una enorme burbuja inmobiliaria, que causó a la vez un boom económico y un periodo de inflación que dejaron a la industria española incompetitiva respecto del resto de Europa. Cuando la burbuja reventó, España se quedó con el difícil problema de recobrar competitividad, un proceso doloroso que llevará años. A menos que España deje el euro (un paso que nadie quiere tomar), está condenada a años de paro elevado.

Pero este sufrimiento, cuya inevitabilidad es debatible, está siendo aumentado enormemente por duros recortes de gastos; y esos recortes son un caso de infligir dolor por infligir dolor.

Para empezar, España no se encontró en problemas porque su gobierno fuese pródigo. Por lo contrario, en vísperas de la crisis, España tenía un superávit y una deuda muy baja. Grandes déficits emergieron cuando la economía se hundió, llevándose con ella los ingresos, pero, aún así, España no parece tener una deuda tan grande. Es cierto que España está teniendo dificultades a la hora de tomar préstamos para financiar sus déficit. Esos problemas se deben, sin embrago, principalmente a los miedos que hay acerca de las dificultades más amplias de la nación (no siendo la menor de ellas el miedo al caos político frente a un desempleo muy elevado). Y afeitarse unos puntos del déficit presupuestario no resolverá esos miedos. De hecho, investigaciones por parte del FMI sugieren que los recortes en economías profundamente deprimidas podrían en realidad reducir la confianza de los inversores porque aceleran el ritmo de declive económico.

En otras palabras, la pura economía de la situación sugiere que España no necesita más austeridad. No debería montar ninguna fiesta, y de hecho, probablemente no tiene alternativa (salvo abandonar el euro) a un periodo sostenido de tiempos duros. Pero cortes slavajes a servicios públicos esenciales, para ayudar a los necesitados, etc. de hechodañan las expectativas de éste país para un ajuste exitoso.

Por qué, pues, hay exigencias para aún más dolor?

Parte de la explicación es que, en Europa como en América, demasiada Gente Muy Seria se ha dejado absorber por el culto a la austridad, por la creeencia de que los déficits presupuestarios, no el desempleo de masas, son el peligro claro y presente, y que la reducción de déficits probablemente resolverá un problema traído por excesos del sector público.

Por lo demás, una significativa pare de la opinión pública en el corazón de Europa (por encima de todo, en Alemania), está profundamente comprometida con una falsa visión de la situación. Hablad con figuras públicas alemanas y representarán la eurocrisis como una fábula moralista, el cuento de dos países que vivieron la buena vida y ahora se enfrentan al juicio inevitable. No importa el hecho de que esto no es para nada lo que ocurrió (y el hecho igualmente inconveniente de que los bancos alemanes jugaron un papel importante en inflar la burbuja inmobiliaria española). El pecado y sus consecuencias son su historia, y se mantienen fieles a ella.

Peor aún, esto es también lo que muchos votantes alemantes creen, en gran parte porque ses lo que les dijeron sus políticos. Y el miedo al rechazo por parte de votantes que creen, equivocadamente, que están pagando por las consecuencias de la irresponsabilidad sureña hace que los políticos alemanes sin much avoluntad de aprobar préstamos de emergencia esenciales a España y a otras naciones en problemas a menos que los prestamistas sean castigados primero.

Obviamente, no es así que estas exigencias están representadas. Pero de esto se trata en realidad. Y es hora desde hace tiempo que se ponga un final a esta locura cruel. Si Alemania realmente quiere salvar el euro, debería dejar el banco central europeo hacer lo que sea necesario para rescatar las naciones deudoras, y debería hacerlo sin exigir más dolor innecesario.






No hay comentarios:

Publicar un comentario