- El cockpit de la nave Discovery. Al verlo me siento como la hermana de Dexter: "What does this button do?"
- A esta estación de trenes le falta una girafa...
- Regalos friquis. Alucinante.
- Mi nueva pantalla de fondo.
- Un uso inteligente del espacio negativo.
- Un gráfico de todas las exploraciones del sistema solar realizadas hasta ahora. Humanity for the win!
- Eres un sol...
- El retrofuturismo, gente.
- Si alguna vez te encuentras con alienígenas, probablemente sea el momento más importante de la historia de la humanidad. Aquí tienes unas cuantas instrucciones básicas que seguir. Bueno, es una mejor alternativa que flipar y salir corriendo, ¿no?
- Los alemanes desarrollan un e-reader de €15. Compara con las alternativas preexistentes... Como mínimo, les vendrá bien a estudiantes de escuela (y a gente en el 3er mundo).
Un blog sobre todo lo que puede interesar al estudiante de Ingeniería Industrial y al joven ingeniero. Se da la bienvenida a voluntarios, contribuyentes y colaboradores.
jueves, 11 de octubre de 2012
En caso de apalancamiento, haga click aquí
Te aburres? Aquí tienes unas curiosidades para divertirte:
martes, 2 de octubre de 2012
lunes, 1 de octubre de 2012
El ser Autónomo en un Mundo Alter-dirigido
El Ser Autónomo En Un Mundo Alter-dirigido
“La lucha entre los pocos autónomos y los muchos no-autónomos no hace más que empezar." -The Lonely Crowd |
Inicialmente publicado en 1950 como análisis sociológico de la vida estadounidense, The Lonely Crowd (La Muchedumbre Solitaria) se convirtió en un bestseller sorpresa; sus autores, David Riesman y sus colaboradores, habían esperado que fuese sólo de interés para un público de académicos, y sin embargo el libro tocó un punto sensible con el público estadounidense, resonando con una preocupación muchos sentían acerca del carácter cambiante del país.
En el libro, Riesman propone tres tipos de "carácter social", tres mecanismos por los cuales la gente se conforma a la sociedad en la que vive: dirigido por tradición, intradirigido, y alterdirigido.
El tipo dirigido por tradición domina en sociedades primitivas. Rituales, rutinas y lazos familiares aseguran que cada generación haga las cosas tal y como siempre han sido hechas.
El tipo intradirigido ("dirigido por dentro") domina en economías industriales. Ese tipo está dirigido por un conjunto interiorizado de metas y principios. Estos valores son implantados en individuo por sus padres durante su infancia, y actúan como un giroscopio interno, girando a lo largo de su vida y manteniéndolo en el buen rumbo. El tipo intradirigido está concentrado en producir más que en consumir. Disfruta arreglándoselas por su cuenta y yendo a lo suyo, y aunque conforma su comportamiento externo para alinearse con las normas sociales, las opiniones de otros tienen muy poca influencia sobre su vida interna. Prefiere ser estimado antes que querido.
El tipo alterdirigido ("dirigido por otros") domina en una economía impulsada por los servicios, el comercio y la comunicación. Este tipo es muy sensible a las preferencias y expectaciones de otros. Siempre tiene su antena desplegada para recibir las señales de otra gente, y se fija en lo que hacen, piensan y sienten en su radar. El tipo alterdirigido está más enfocado en consumir que en producir. Esperan que sus pares y los medios de comunicación los guíen sobre cómo vivir, y tiene mentalidad de grupo y de equipo. Prefiere ser querido antes que estimado.
En La Muchedumbre Solitaria, Riesman se esfuerza en resaltar que lo mencionado más arriba son tipos, no individuos, y que todas las sociedades y todas las personas son una mezcla de los tipos. Esto no es como un cuestionario en Cosmopolitan donde puedes descubrir cuál eres.
"No puede haber tal cosa que una sociedad o una persona enteramente dependiente de la dirección por tradición, la intradirección o la alterdirección, u otra dirección; cada uno de sesos modos de conformidad es universal, y la cuestión es siempre una del grado hasta el cual un individuo o un grupo social se apoya en uno u otro de los tres mecanismos disponibles. Y puedes mover de gran dependencia en uno a mayor dependencia en otro a lo largo del curso de tu vida."
Además, sabiendo que la mayoría de la gente estaría atraída por el vaqueresco tipo intradirigido, subraya que el tipo intradirigido no es mejor o menos conformista que el alterdirigido, pues mientras el intradirigido se aferra a su giroscopio interno, esto giroscopio fue implantado por sus padres; vive los valores de ellos, no los suyos propios.
En vez de eso (y esto muchas veces la gente lo ignora), al final de La Muchedumbre Solitaria Riesman argumenta que el ideal al que hay que apuntar es el cuarto tipo: el autónomo.
El autónomo tiene "metas claras e internalizadas", pero, al contrario que el intradirigido, elige esas metas por sí mismo; sus "metas, y el impulso hacia ellas, son racionales y no-autoritarias y no compulsivas".
Esencialmente, los autónomos "son aquellos que en general son capaces de ajustarse a las normas comportamentales de su sociedad... pero son capaces de elegir si ajustarse o no." La autónoma se erige fuera y por encima de los demás tipos; los entiende, puede reflexionar acerca de ellos, y entonces puede elegir libremente cuando y si resistirlo o actuar de acuerdo con ellos. Es capaz de trascender su cultura - algunas veces prevaleciendo sobre ella y otras veces uniéndose a ella, en función de lo que él mismo elige con el objetivo de llevar sus metas adelante. La autónoma es a la vez idealista y pragmática.
Riesman defendió que las sociedades tienden a moverse desde ser dirigidas por tradición, a intradirigidas, a alterdirigidas, a medida que se desarrollan. En la época en que se publicó La Muchedumbre Solitaria, postuló que la mayor parte del país se mantenía intradirigida, pero observó el crecimiento de los alterdirigodos entre las clases medio-altas a lo largo de las costas y en las áreas urbanas. Predijo que el tipo alter-dirigdo continuaría a expandirse y se convertiría en el mecanismo de carácter social dominante en el país.
En esta predicción, y muchas otras, Riesman era muy profético. En la sociedad de hoy en día, la alter-dirección representa el modo principal de conformidad, y tira de nosotros de formas que Riesman no podía haber imaginado. El hombre que desea volverse autónomo debe entender lo que son esas formas, para poder reflexionar acerca de ellas, superarlas, y elegir conformarse a ellas solo cuando realmente desea hacerlo.
Los Desafíos a la Autonomía en la Edad Presente:
Socialización a Través del Gusto y el Fin de la Privacidad
Los tipos intradirigidos florecen en periodos en que la sociedad da una importancia considerable a la etiqueta, mientras que los alteridirigidos se alzan cuando las reglas de la etiqueta se encuentran en declive.
Esto puede parecer contradictorio; después de todo, ¿acaso no son los que se preocupan por la etiqueta el tipo de gente que se preocupa mucho de lo que los demás piensan de ellos? Esto es como vemos la etiqueta a través de una lente moderna, y seguir las reglas de etiqueta podía ciertamente realzar tu reputación ante los demás, en los viejos tiempos. Pero la etiqueta también podía ser usada por los intradirigidos como un escudo amortiguador, un buffer para mantener a la gente a distancia y para salvaguardar una de las posesiones más preciadas del intradirigido: su privacidad. Riesman argumenta que "Se puede considerar que la etiqueta formal es un modo de llevar las relaciones con la gente con la cual uno no desea intimidad... Así pues la etiqueta puede ser al mismo tiempo un medio de aproximarse a la gente y de mantenerse alejado de ella."
En una sociedad mayoritariamente alterdirigida, la formación en etiqueta queda reemplazada por la formación en gustos de consumo. La gente alteridrigida se define a sí misma por su gusto en música, comida, viajes, y así, y buscan diferencias marginales entre sus propios gustos y los gustos de los demás con el objetivo de diferenciarse de sus pares. La socialización entre los alterdirigidos se centra en "tantear con habilidad y sensibilidad los gustos probables de los demás y entonces intercambiar gustos mutuos y disgustos para manejar la intimidad." Te gustó esa película? Has oído hablar de éste grupo? te gusta este restaurante? Has visto este clip tan gracioso del Youtube?
Por supuesto, este "trueque de gustos y disgustos mutuos para maniobrar intimidad" ha dado un salto exponencial adelante desde el día de Riesman con el advenimiento de los medios de comunicación sociales. Webs como Facebook y Tuenti existen casi exclusivamente para fomentar este tipo de interacción, permitiendo a los usuarios demostrar sus gustos y ver si obtienen el visto bueno ("me gusta") de los demás.
Riesman defiende que "este continuo olisquear de los gustos de los demás", se convierte en "un proceso mucho más intrusivo que el intercambio de cortesías y amabilidades requeridas por la etiqueta". En los días de la intradirección, "ciertas esferas de la vida se veían como privadas: era una ruprutra de etiqueta realizar o permitir la intrusión en ellas". Por el contrario, en una sociedad alteridirigda, "uno debe estar preparado a abrir al interrogatorio público casi cualquier esfera en que el grupo de pares pueda acabar interesándose".
Esta apertura de cada esfera de tu vida al público se llama hoy "transparencia", una expresión en boga para los que buscan "autenticidad". Los medios de comunicación sociales han permitido a la gente compartir muchos más detalles personales con un grupo mucho más amplio de pares, extendiéndose mucho más allá de los amigos íntimos y familiares de uno. Aquellos que quieren mantener algunas cosas en privado, que disfurtan a veces estar solos, y que no están tan conectados ("No tiene una cuenta en Facebook???") son observados con suspicacia.
La Falta de un "Enemigo" contra el Cual Rebelarse
"La autonomía", argumenta Riesman, "debe siempre ser relativa hasta cierto punto a los modos de conformidad predominantes en una sociedad dada; no es nunca una cuestión de todo-o-nada, sino el resultado de una lucha a veces dramática y a veces imperceptible con esos modos".
Y aquí yace una de las mayores dificultades en volverse autónomo hoy en día: con una diversidad tan grande de grupos y opiniones y alternativas de estilos de vida, y sin ningunas reglas sociales reales o acordadas estos días, no hay más "enemigos" contra los cuales rebelarse. Por eso es por lo cual, argumenta Riesman, era más fácil ser autónomo en una sociedad intradirigida, pues el que aspirara a ser autónomo durante tales periodos "no tenía dudas respecto de quienes eran sus enemigos: eran la clase media amoldada que sabían agresivamente lo que querían, y exigían conformidad a ello - gente para la cual la vida no era algo que catar sino algo que podar a machetazos". El movimiento contracultural de los 60 y los 70 representaba un esfuerzo por parte de los no-conformistas de expulsar los giroscopios que sus padres habían plantado en ellos y rebelarse ante lo que era percibido como valores sofocantes de clase media con el objetivo de abrir camino a un mundo en que la gente fuese libre de actuar como quisiera y elegir cualquier modo de vida que deseara.
Pero ahora estas batallas han sido casi enteramente ganadas - la idea de que deberías vivir auténticamente e ir a lo tuyo es el espíritu de los tiempos modernos. Vivimos en una edad de la Anomía donde hay muy pocas expectativas culturales sobre cómo la gente debería vivir su vida.
Sin un "enemigo" claro contra el cual definirse, la gente tiene tendencia a caer en dos trampas.
La primera es seguir luchando las mismas batallas que los contraculturalistas de los sesenta, aunque aquellas batallas fueron ganadas hace décadas. Por ejemplo, este artículo sobre llevar pantalones cortos causó una gran consternación, y alimentó una disensión razonable, pero también cosechó un tipo peculiar de comentario que iba así como: 1) "Todo el mundo que yo conozco lleva bermudas y camiseta," Y A LA VEZ 2)"Yo no voy a seguir nunca ninguna regla estúpida como esta sobre lo que llevo - soy un inconformista!". ¡Obviamente no pueden ser ciertas las dos premisas al mismo tiempo! Vestirse solo de acuerdo con las exigencias de tu comodidad personal habría sido rebelde hace 50 años, pero en una cultura donde existen pocas reglas aún sobre el estilo, ya no es algo sobre lo cual puedas jugarte tu autonomía. En todo caso, el hombre que se viste más formalmente en una sociedad muy informal tiene mayor derecho a afirmar que se rebelde contra las reglas sociales. Como un hombre se viste - o, es más, cómo se casa, o hace el amor, o gana dinero - ya no es una medida fiable de su autonomía.
La segunda forma falsa de alcanzar la autonomía en un mundo alterdirigido sin un enemigo claro, defiende Riesman, es convertirse parte de un grupo de pares que se consideran anticonformistas, pero que "no son necesariamente libres, pues son muchas veces celosamente convertidos en la señales de un grupo que encuentra el sentido de la vida, sin mayor dificultad, en una ilusión de atacar una mayoría supuestamente dominante y castigadora". La gente joven hoy en día puede encontrar, en la amplia variedad de gente y lugares de la vida metropolitana, un grupo de iguales, tal que el precio de conformarse a él cueste poco en lo que toca a la búsqueda de principio".
Inflación de los Estilos de Vida
Otro de los espantapájaros reliquia dejados por los años sesenta alrededor de la lucha contra el cual los los buscadores modernos de autonomía definen su identidad es la búsqueda del "Sueño Americano" de una casa en los suburbios con una mujer e hijos. Estos "rebeldes" se unen a la gente de ideas afines en busca del "diseño de estilo de vida", que abarca toda clase de metas pero principalmente gira en torno a ser capaz de seguir tu pasión, abandonar tu trabajo fijo oficial, seguir ganando unos ingresos (pasivos), y viajar alrededor del mundo.A pesar de que a primera vista este objetivo pudiera parecer muy intradirigido, de hecho es una actividad que ha ganado popularidad rápidamente debido al movimiento de nuestra cultura haca la alterdirección.
El tipo intradirigido de la vieja escuela perseguía "cosas": coches, casa, dinero. Estos eran los objetivos tangibles que los giroscopios implantados por sus padres les decían que eran los símbolos del éxito. Los intradirigidos se ajustaban a los demás y se esforzaban en no ser menos que el vecino en lo que se refiere a cosas externas - pero no permitían que los demás influenciaran ni sus valores internos, ni el trazado de su vida.
Los alter-dirigidos, por otra parte, buscan experiencias antes que cosas. Esto puede ciertamente verse como un objetivo mejor, menos consumista. Pero para los alterdirigidos, su impulso hacia esas experiencias no viene de dentro, sino de mirar otra gente. Pues los alterdirigidos no solo se conforman a los demás respecto al comportamiento externo, sino que también intentan igualar la calidad de las experiencias personales de otra gente. Se fijan en los demás para saber "qué experiencias buscar y cómo interpretarlas."
Cuando sienten que no están en el camino correcto, los dirigidos por tradición sienten vergüenza, los intradirigidos sienten culpa, y los alterdirigidos sienten ansiedad. Y nunca surge esta ansiedad con más fuerza que cuando los alterdirigidos ven las diferentes experiencias que tienen los demás. Miran en Facebook y ven a un amigo viajando alrededor del mundo, o yendo de fiesta en Las Vegas, o haciendo paracaidismo en América del Sur, y se preguntan "¿Es que mi vida es menos satisfactoria?" "¿Debería vivir más profundamente de lo que vivo?" "¿Es que todo el mundo es más feliz que yo?" La ansiedad e inquietud resultante puede tener el efecto positivo de motivar a una persona a que salga de su zona de comodidad y rutina e intente nuevas cosas, pero también puede hacer que se sienta insatisfecho con las decisiones que ha tomado con su vida, aunque haya tomado esas decisiones voluntariamente, conscientemente, y de acuerdo con sus auténticos deseos. También puede impedirle hacer una elección que realmente quiere, porque no está seguro de cómo se cuadra con lo que hacen otros.
Un Espíritu Empresarial Alterdirigido
En una era de lo alterdirigido, empezar tu propio negocio parece ser una buena opción para volverte más autónomo. Y aún así la alterdirección ha impregnado también a esta área de la vida.
Allá donde el productor intradirigido de de antaño concentraba sus esfuerzos en confeccionar y ofrecer un producto superior, una gran parte del trabajo empresarial hoy en día depende de las relaciones interpersonales, la popularidad, y construir una "marca personal".
Las emprendedoras están a menudo vendiéndose a sí mismos más que a sus productos, y así sienten que deben siempre ser amistosos y amables con otros con la esperance de que se conviertan en sus fans o clientes. O, como dice Riesman, "Obligados a conciliarse o a manipular a una amplia variedad de gente, la persona alterdirigida maneja a todas las personas como consumidores que siempre tienen razón."
Por ejemplo, algo que he notado acerca de otros bloggers que esperan construir su lectorado es que incluso cuando alguien les deja un comentario completamente equivocado e idiota, el blogger no le contestará diciéndole que se largue o ignorándolo por completo, pero diciendo algo así como "¡Oye, tío! Siento que no estemos de acuerdo. Pero te agradezco un montón que hayas venido a visitar, y espero que vuelvas pronto!"
Retroalimentación sin Fin
Creo que el mayor desafío a no resbalar sin pensarlo en una vida enteramente alterdirigda es la cantidad de feedback por parte de otros que está disponible para leer y escuchar en la era moderna. ¿Esperas ansiosamente a ver qué dirá la gente acerca de tu estatus de Facebook o tu foto? ¿Te gastas más tiempo leyendo los comentarios a artículos online del que dedicas a pensar en ello tú mismo? ¿O quizás te saltas el artículo por completo y solo lees lo que los demás tienen que decir? ¿Lees los comentarios en un vídeo mientras lo "miras", dejando así que los demás influencien tu percepción antes de que alcances tu propia conclusión? ¿Cuando dejas un comentario sobre algo, sigues volviendo a comprobar qué pensó otra gente de lo que tenías que decir? ¿Lees críticas de libros o música antes de comprarlos, y después también, para ver si otra gente se sintió igual que tú al respecto?
Conclusión
Ahora que hemos dado una repaso a todos los desafíos a volverse autónomo en nuestra era alterdirigida, es importante reiterar que la alterdirección no es necesariamente algo malo. Lo que importa es que debes ser consciente de su tirón, de tal forma que en vez de dejar que domine su vida, eres capaz de trascenderlo y alzarte por encima de ella. Solo entendiendo algo es como uno puede librarse de ello. Entonces, desde esta posición de libertad y autonomía, puedes elegir cuando ajustarte a las normas, según tu propio criterio (en casos en que avance tus objetivos o principios, o incluso sencillamente te aporte disfrute) y cuando resistir.
Cerremos con una cita de Riesman:
"Si la gente alterdirigida descubriese cuanto trabajo innecesario hacen, descubriesen que sus propios pensamientos y sus propias vidas son tan interesantes como las de otra gente, que, de hecho, no alivian su soledad en una muchedumbre más de lo que uno puede aliviar su sed bebiendo agua de mar, entonces podríamos esperar de ellos que se vuelvan más atentos a sus propios sentimientos y aspiraciones."
Traducido del inglés del artículo The Autonomous Man in an Other-Directed World, publicado por Brett y Kate McKay el 11 de Junio 2012. Ilustración de Ted Slampyak
sábado, 29 de septiembre de 2012
Editorial 01: ¿Qué es 'El Ingenio'?
ingenio:
Esto es una estátua de Robert Fulton. Puro respeto.
1 Capacidad que tiene una persona para imaginar o inventar cosas combinando con inteligencia y habilidad los conocimientos que posee y los medios de que dispone: el ingenio de Leonardo da Vinci le llevó a diseñar numerosas máquinas para volar; poseía un gran ingenio para componer.2 Persona que posee esta capacidad; se aplica especialmente a escritores o pensadores del pasado: en "El Anfiteatro de Felipe el Grande" colaboraron ingenios como Quevedo, Ruiz de Alarcón y Calderón de la Barca; los ingenios de la Ilustración eran en su mayoría filósofos y hombres enormemente ilustrados.3 Capacidad intelectual para dar con rapidez, claridad y agudeza la respuesta a una pregunta, la solución a un problema o a una dificultad, etc.: ese político tiene mucho ingenio y responde con brillantez a preguntas muy comprometidas; en tiempo de penuria se aguza el ingenio.4 Capacidad o facilidad para captar y mostrar el aspecto gracioso de las cosas y para inventar chistes, afirmaciones o juicios agudos y llenos de humor.5 Máquina, artilugio mecánico u obra de ingeniería en general: según el organismo encargado del lanzamiento, el primero de los ingenios saldrá al espacio en junio; esos ingenios electrónicos llamados computadoras tienen una increíble capacidad para almacenar cantidades enormes de información.6 Instrumento que utilizan los encuadernadores para cortar los cantos de los libros.
El objetivo es proporcionar información útil e interesante, en un formato divertido y dinámico, y sacando provecho de los recursos que Internet nos ofrece hoy día.
Muchos acusan a los ingenieros e ingenieras de ser ejecutantes, gente que está tan sobrecargada de trabajo que apenas tiene energía para pensar por sí misma. Gente sosa y sin un ápice de chispa, gente que no sabe expresar sentimientos o ideas propias, que no tiene opinión sobre nada que no sea estrictamente técnico.
Esa no es nuestra visión de la persona ingeniera.
Un ingeniero del sur de EEUU. |
La ingeniera es una científica práctica, una empirista que tiene un contacto profundo y directo con el océano de realidades materiales que constituyen la vida diaria de todos y cada uno de nosotros.
No se lía a contestar preguntas del tipo "¿Qué es la Belleza?". Eso entra dentro del dominio de tus misterios de la filosofía. Un ingeniero se plantea: "¿Cómo voy a organizar la logística de obtener las materias primas, fabricar, y repartir por veinte países, al menor coste posible, el último conjunto de lencería de Zara, que saca uno nuevo cada semana y no tiene stocks?" O, más dramáticamente, "¿cómo voy a organizar la fabricación distribución de antibióticos en diez países de África de modo a salvar el máximo de vidas?"
La ingeniera tiene la responsabilidad de saber discernir, de entre la miríada de opciones disponibles para resolver cada problema, cuáles son las óptimas, de acuerdo con un criterio empírico y racional.
De hecho, tiene la responsabilidad de saber plantear el problema en primer lugar, de tomar un cúmulo nebuloso de dificultades y de ignorancia, y sacar de él, formuladas con claridad, qué pregunta se plantea realmente, y qué forma tendrá la respuesta: las especificaciones del problema.
El ingeniero tiene que ser capaz de entender las necesidades de aquellos que le piden ayuda, y de, una vez ideada la solución, planteársela de forma que la entiendan, la acepten, y la quieran aplicar. Eso implica un diálogo complejo y sofisticado.
Para cumplir con éste papel no basta con saber enchufar números, o incluso con ser un genio en el aspecto técnico. Hace falta algo más.
Hay más para aprender, en este mundo, de lo que uno podría aprender jamás. Este periódico sólo se propone la tarea de enseñaros por donde van algunos tiros, y, de paso, divertiros.
Que nadie diga que la Gente del Ingenio no sabemos pasar un buen rato.
つづく
(Continuará)
En los próximos artículos, hablaremos de política internacional, de racionalidad e ingenio, de ciencia y obediencia, de artilugios raros, y de muchas cosas más. Y os prometemos fotos. De gente guapa. En poses sugerentes. Como @#~½¬ profesionales.
P.S. Cualquiera que quiera colaborar, regular o puntualmente, anónima o públicamente, será el bienvenido. Adelante con es
P.P.S. Las fotos saldrán sin discriminación por religión, raza... o sexo... Pero podría haber cierta discriminación por edad.
Obviamente, lo lamentamos profundamente y con toda sinceridad... pero es inevitable: hay una gran escasez de fotografías de éste tipo en los medios de comunicación que representen a gente de más de cuarenta años. Salvo si son Vladimir Putin.
Austeridad Injustificada
Pocos días atrás, la sabiduría convencional era que Europa finalmente tenía las cosas bajo control. El Banco Central Europeo, con la promesa de comprar bonos de gobiernos en problemas si es necesario, había calmado los mercados. Todo lo que las naciones deudoras tenían que hacer, decían, era someterse a una austeridad más y más profunda - la condición para los préstamos de los bancos centrales - y todo iría bien.
Pero los proveedores de sabiduría convencional olvidaron que había gente involucrada. De repente, España y Grecia son sacudidas por huelgas e inmensas manifestaciones. El público en esos países está, de hecho, diciendo que ha alcanzado su límite. Con el desempleo a niveles de Gran Depresión y con trabajadores de clase media reducidos a investigar los containers de basura en busca de comida, la austeridad ya ha ido demasiado lejos. Y eso significa que podría no haber acuerdo después de todo.
Muchos comentarios sugieren que los ciudadanos de España y Grecia sólo están retrasando lo inevitable, rebelándose ante sacrificios que deben, de hecho, hacerse. Pero la realidad es que los manifestantes tienen razón. Más austeridad no sirve ningún propósito útil; los auténticos jugadores irracionales aquí son los supuestamente serios políticos y oficiales que están exigiendo aún más dolor.
Fijémonos en las miserias de España. Cual es el auténtico problema económico? Básicamente, españa está padeciendo la resaca de una enorme burbuja inmobiliaria, que causó a la vez un boom económico y un periodo de inflación que dejaron a la industria española incompetitiva respecto del resto de Europa. Cuando la burbuja reventó, España se quedó con el difícil problema de recobrar competitividad, un proceso doloroso que llevará años. A menos que España deje el euro (un paso que nadie quiere tomar), está condenada a años de paro elevado.
Pero este sufrimiento, cuya inevitabilidad es debatible, está siendo aumentado enormemente por duros recortes de gastos; y esos recortes son un caso de infligir dolor por infligir dolor.
Para empezar, España no se encontró en problemas porque su gobierno fuese pródigo. Por lo contrario, en vísperas de la crisis, España tenía un superávit y una deuda muy baja. Grandes déficits emergieron cuando la economía se hundió, llevándose con ella los ingresos, pero, aún así, España no parece tener una deuda tan grande. Es cierto que España está teniendo dificultades a la hora de tomar préstamos para financiar sus déficit. Esos problemas se deben, sin embrago, principalmente a los miedos que hay acerca de las dificultades más amplias de la nación (no siendo la menor de ellas el miedo al caos político frente a un desempleo muy elevado). Y afeitarse unos puntos del déficit presupuestario no resolverá esos miedos. De hecho, investigaciones por parte del FMI sugieren que los recortes en economías profundamente deprimidas podrían en realidad reducir la confianza de los inversores porque aceleran el ritmo de declive económico.
Pero los proveedores de sabiduría convencional olvidaron que había gente involucrada. De repente, España y Grecia son sacudidas por huelgas e inmensas manifestaciones. El público en esos países está, de hecho, diciendo que ha alcanzado su límite. Con el desempleo a niveles de Gran Depresión y con trabajadores de clase media reducidos a investigar los containers de basura en busca de comida, la austeridad ya ha ido demasiado lejos. Y eso significa que podría no haber acuerdo después de todo.
Muchos comentarios sugieren que los ciudadanos de España y Grecia sólo están retrasando lo inevitable, rebelándose ante sacrificios que deben, de hecho, hacerse. Pero la realidad es que los manifestantes tienen razón. Más austeridad no sirve ningún propósito útil; los auténticos jugadores irracionales aquí son los supuestamente serios políticos y oficiales que están exigiendo aún más dolor.
Fijémonos en las miserias de España. Cual es el auténtico problema económico? Básicamente, españa está padeciendo la resaca de una enorme burbuja inmobiliaria, que causó a la vez un boom económico y un periodo de inflación que dejaron a la industria española incompetitiva respecto del resto de Europa. Cuando la burbuja reventó, España se quedó con el difícil problema de recobrar competitividad, un proceso doloroso que llevará años. A menos que España deje el euro (un paso que nadie quiere tomar), está condenada a años de paro elevado.
Pero este sufrimiento, cuya inevitabilidad es debatible, está siendo aumentado enormemente por duros recortes de gastos; y esos recortes son un caso de infligir dolor por infligir dolor.
Para empezar, España no se encontró en problemas porque su gobierno fuese pródigo. Por lo contrario, en vísperas de la crisis, España tenía un superávit y una deuda muy baja. Grandes déficits emergieron cuando la economía se hundió, llevándose con ella los ingresos, pero, aún así, España no parece tener una deuda tan grande. Es cierto que España está teniendo dificultades a la hora de tomar préstamos para financiar sus déficit. Esos problemas se deben, sin embrago, principalmente a los miedos que hay acerca de las dificultades más amplias de la nación (no siendo la menor de ellas el miedo al caos político frente a un desempleo muy elevado). Y afeitarse unos puntos del déficit presupuestario no resolverá esos miedos. De hecho, investigaciones por parte del FMI sugieren que los recortes en economías profundamente deprimidas podrían en realidad reducir la confianza de los inversores porque aceleran el ritmo de declive económico.
En otras palabras, la pura economía de la situación sugiere que España no necesita más austeridad. No debería montar ninguna fiesta, y de hecho, probablemente no tiene alternativa (salvo abandonar el euro) a un periodo sostenido de tiempos duros. Pero cortes slavajes a servicios públicos esenciales, para ayudar a los necesitados, etc. de hechodañan las expectativas de éste país para un ajuste exitoso.
Por qué, pues, hay exigencias para aún más dolor?
Parte de la explicación es que, en Europa como en América, demasiada Gente Muy Seria se ha dejado absorber por el culto a la austridad, por la creeencia de que los déficits presupuestarios, no el desempleo de masas, son el peligro claro y presente, y que la reducción de déficits probablemente resolverá un problema traído por excesos del sector público.
Por lo demás, una significativa pare de la opinión pública en el corazón de Europa (por encima de todo, en Alemania), está profundamente comprometida con una falsa visión de la situación. Hablad con figuras públicas alemanas y representarán la eurocrisis como una fábula moralista, el cuento de dos países que vivieron la buena vida y ahora se enfrentan al juicio inevitable. No importa el hecho de que esto no es para nada lo que ocurrió (y el hecho igualmente inconveniente de que los bancos alemanes jugaron un papel importante en inflar la burbuja inmobiliaria española). El pecado y sus consecuencias son su historia, y se mantienen fieles a ella.
Peor aún, esto es también lo que muchos votantes alemantes creen, en gran parte porque ses lo que les dijeron sus políticos. Y el miedo al rechazo por parte de votantes que creen, equivocadamente, que están pagando por las consecuencias de la irresponsabilidad sureña hace que los políticos alemanes sin much avoluntad de aprobar préstamos de emergencia esenciales a España y a otras naciones en problemas a menos que los prestamistas sean castigados primero.
Obviamente, no es así que estas exigencias están representadas. Pero de esto se trata en realidad. Y es hora desde hace tiempo que se ponga un final a esta locura cruel. Si Alemania realmente quiere salvar el euro, debería dejar el banco central europeo hacer lo que sea necesario para rescatar las naciones deudoras, y debería hacerlo sin exigir más dolor innecesario.
¿Hasta donde obedecerías a la autoridad?
Dejadme que os cuente un relato aterrador y apasionante, una historia real a más no poder, que arroja más luz sobre la naturaleza humana que cualquier fábula, y contiene lecciones de más provecho que cualquier cuento:
Stanley Milgram había realizado este experimento para investigar las causas de la Segunda Guerra Mundial, para intentar entender por qué los ciudadanos alemanes habían obedecido a Hitler.
Así que diseñó un experimento para investigar la obediencia, para ver si los Alemanes tenían, por algún motivo, más tendencia a obedecer órdenes perjudiciales por parte de gente con autoridad.
Primero realizó una versión piloto de su experimento en ciudadanos estadounidenses, como control.
Y después no se molestó en intentarlo en Alemania.
Equipamiento experimental: una serie de 30 interruptores puestos en una línea horizontal, con rótulos que empezaban a '15 voltios' y subiendo hasta '450 voltios', con rótulos para cada grupo de cuatro interruptores. El primer grupo de cuatro llevaba la etiqueta 'Choque Ligero', el sexto grupo 'Choque de Intensidad Extrema', el séptimo grupo etiquetado como 'Peligro: Choque Severo' y los dos últimos interruptores que quedaban simplemente marcados 'XXX'.
Y un actor, un cómplice del experimentar, que se había presentado ante los verdaderos sujetos como alguien igual que ellos: alguien que había contestado a la misma publicidad por participantes en un experimento sobre enseñanza, y qye había perdido una lotería (amañada) y había sido atado a una silla, junto con los electrodos. A los auténticos sujetos experimentales se les había administrado un ligero choque con los electrodos, solo para que vieran que realmente funcionaba.
Al auténtico sujeto le habían dicho que el experimento era sobre los efectos del castigo en la enseñanza y la memoria, y que esa parte de la prueba era para ver si hacía una diferencia qué clase de persona administraba el castigo; y que la persona atada a la silla intentaría memorizar conjuntos de pares de palabras, y que cada vez que el 'alumno' se equivocaba en una palabra, el profesor tenía que darle un choque cada vez más fuerte.
Al llegar a los 300 Voltios, el actor dejaría de intentar contestar y empezaría a meter patadas contra la pared, tras lo cual el experimentador instruiría al sujeto que tratara no-respuestas como respuestas equivocadas y continuara.
Al llegar a los 315 voltios, las patadas en la pared se repetirían.
A partir de ahí no se oiría nada.
Si el sujeto protestaba o se negaba a apoyar un interruptor, el experimentador, manteniendo una actitud impasible y vestido en una bata gris de laboratorio, diría 'Por favor continúe', luego 'El experimento exige que continúe', luego 'Es absolutamente esencial que usted continúe', luego 'Usted no tiene otra alternativa, debe seguir'. Si el cuarto empujón no funcionaba, el experimento se detenía en el acto.
Antes de llevar a cabo el experimento, Milgram había descrito el planteamiento experimental, y preguntó a catorce catedráticos de psicología qué porcentaje de sujetos emujaría el último de los dos interruptores marcados XXX, después de que la víctima haya dejado de responder.
La respuesta más pesimista había sido un 3%.
El número real resultó ser 26 de 40.
Los sujetos habían sudado, gemido, tartamudeado, reído nerviosamente, mordido sus labios, clavado sus uñas en su piel... Pero, ante las órdenes del experimentador, habían, mayoritariamente, continuado administrando lo que creían ser choques eléctricos dolorosos, peligrosos, quizá letales. Hasta el final.
Era peligroso, intentar adivinar psicología evolutiva si no eras un psicólogo evolutivo profesional, pero cuando uno lee acerca del experimento de Milgram, uno puede sospechar que situaciones como esta habían surgido muchas veces en el entorno ancestral, y que la mayoría de antepasados potenciales que intentaron desobedecer a la Autoridad estaban muertos. O que, al menos, habían tenido menos éxito que los obedientes. La gente se ve como buena y moral, pero, a la hora de la verdad, algún botón se activaba en su cerebro, y de repente era mucho más difícil desafiar heroicamente a la Autoridad de lo que creían. Aunque pudieras hacerlo, no sería fácil, no sería una demostración espontánea de heroísmo. Temblarías, se te entrecortaría la voz, tendrías miedo: serías capaz de desafiar a la Autoridad aún entonces?
Si te dan un vaso medio vacío y medio lleno, entonces es así como la realidad es, esa es la verdad y eso es lo que hay; pero aún tienes la opción de elegir cómo te sientes al respecto, si desesperarte ante la mitad ya vacía o regocijarte ante la el agua que está ahí.
Milgram había intentado ciertas otras variaciones en su test.
En el decimoctavo experimento, el sujeto experimental sólo había tenido que leer las palabras a la víctima atada a la silla, y registrar las respuestas, mientras otra persona apoyaba los interruptores. Era el mismo sufrimiento aparente, el mismo pataleo frenético seguido por silencio, pero no eras tú el que apoyaba el interruptor. Tú sólo mirabas cómo pasaba, y leías las preguntas a la persona siendo torturada.
37 de 40 sujetos habían continuado su participación a ese experimento hasta el final, el final de 450 voltios marcado XXX.
Uno podría decidir sentirse cínico al respecto.
Pero 3 de 40 sujetos se habían negado a participar hasta el final.
Realmente existían, en el mundo, las personas que no harían daño a otros sólo porque una autoridad les diga que lo hagan. Aquellas que habían abrigado a gitanos y judíos y homosexuales y comunistas en sus desvanes durante el Holocausto, y a veces perdieron la vida por ello.
¿Y son esas personas de una especie que no fuera la humana? ¿Acaso tienen algún engranaje extra en sus cabezas, algún cacho adicional de circuitería neuronal, que mortales inferiores no poseen? Pero eso no era probable, dada la lógica de la reproducción sexual, que decía que los genes para maquinaria compleja serían malogrados más allá de todo arreglo, si no fuesen universales. Sea lo que sea de lo que esté hecha esa gente, todo el mundo tiene esas mismas partes dentro en alguna parte...
... bueno, es un pensamiento muy majo, pero no es estrictamente cierto, existen los daños cerebrales, la gente podía aprender genes y la complejísima máquina podría dejar de funcionar, había sociópatas y psicópatas, gente a la que le faltaba el engranaje de preocuparse. Quizas los instigadores de atrocidades habían nacido así, o quizás habían conocido el bien y aún así elegido el mal; a estas alturas no importa en lo más mínimo. Pero una supermayoría de la población debería ser capaz de aprender a hacer lo que los resistores al Holocausto hicieron.
La gente que había pasado por el experimento de Milgram, que habían temblado y sudado y reído nerviosamente mientras llegaban hasta el final de apretar los interruptores marcados 'XXX', muchos de ellos habían escrito para dar las gracias a Milgram, después, por lo que habían aprendido acerca de sí mismos. Eso también era parte de la historia, la leyenda de ese legendario experimento.
Stanley Milgram había realizado este experimento para investigar las causas de la Segunda Guerra Mundial, para intentar entender por qué los ciudadanos alemanes habían obedecido a Hitler.
Así que diseñó un experimento para investigar la obediencia, para ver si los Alemanes tenían, por algún motivo, más tendencia a obedecer órdenes perjudiciales por parte de gente con autoridad.
Primero realizó una versión piloto de su experimento en ciudadanos estadounidenses, como control.
Y después no se molestó en intentarlo en Alemania.
Equipamiento experimental: una serie de 30 interruptores puestos en una línea horizontal, con rótulos que empezaban a '15 voltios' y subiendo hasta '450 voltios', con rótulos para cada grupo de cuatro interruptores. El primer grupo de cuatro llevaba la etiqueta 'Choque Ligero', el sexto grupo 'Choque de Intensidad Extrema', el séptimo grupo etiquetado como 'Peligro: Choque Severo' y los dos últimos interruptores que quedaban simplemente marcados 'XXX'.
Y un actor, un cómplice del experimentar, que se había presentado ante los verdaderos sujetos como alguien igual que ellos: alguien que había contestado a la misma publicidad por participantes en un experimento sobre enseñanza, y qye había perdido una lotería (amañada) y había sido atado a una silla, junto con los electrodos. A los auténticos sujetos experimentales se les había administrado un ligero choque con los electrodos, solo para que vieran que realmente funcionaba.
Al auténtico sujeto le habían dicho que el experimento era sobre los efectos del castigo en la enseñanza y la memoria, y que esa parte de la prueba era para ver si hacía una diferencia qué clase de persona administraba el castigo; y que la persona atada a la silla intentaría memorizar conjuntos de pares de palabras, y que cada vez que el 'alumno' se equivocaba en una palabra, el profesor tenía que darle un choque cada vez más fuerte.
Al llegar a los 300 Voltios, el actor dejaría de intentar contestar y empezaría a meter patadas contra la pared, tras lo cual el experimentador instruiría al sujeto que tratara no-respuestas como respuestas equivocadas y continuara.
Al llegar a los 315 voltios, las patadas en la pared se repetirían.
A partir de ahí no se oiría nada.
Si el sujeto protestaba o se negaba a apoyar un interruptor, el experimentador, manteniendo una actitud impasible y vestido en una bata gris de laboratorio, diría 'Por favor continúe', luego 'El experimento exige que continúe', luego 'Es absolutamente esencial que usted continúe', luego 'Usted no tiene otra alternativa, debe seguir'. Si el cuarto empujón no funcionaba, el experimento se detenía en el acto.
Antes de llevar a cabo el experimento, Milgram había descrito el planteamiento experimental, y preguntó a catorce catedráticos de psicología qué porcentaje de sujetos emujaría el último de los dos interruptores marcados XXX, después de que la víctima haya dejado de responder.
La respuesta más pesimista había sido un 3%.
El número real resultó ser 26 de 40.
Los sujetos habían sudado, gemido, tartamudeado, reído nerviosamente, mordido sus labios, clavado sus uñas en su piel... Pero, ante las órdenes del experimentador, habían, mayoritariamente, continuado administrando lo que creían ser choques eléctricos dolorosos, peligrosos, quizá letales. Hasta el final.
Era peligroso, intentar adivinar psicología evolutiva si no eras un psicólogo evolutivo profesional, pero cuando uno lee acerca del experimento de Milgram, uno puede sospechar que situaciones como esta habían surgido muchas veces en el entorno ancestral, y que la mayoría de antepasados potenciales que intentaron desobedecer a la Autoridad estaban muertos. O que, al menos, habían tenido menos éxito que los obedientes. La gente se ve como buena y moral, pero, a la hora de la verdad, algún botón se activaba en su cerebro, y de repente era mucho más difícil desafiar heroicamente a la Autoridad de lo que creían. Aunque pudieras hacerlo, no sería fácil, no sería una demostración espontánea de heroísmo. Temblarías, se te entrecortaría la voz, tendrías miedo: serías capaz de desafiar a la Autoridad aún entonces?
Si te dan un vaso medio vacío y medio lleno, entonces es así como la realidad es, esa es la verdad y eso es lo que hay; pero aún tienes la opción de elegir cómo te sientes al respecto, si desesperarte ante la mitad ya vacía o regocijarte ante la el agua que está ahí.
Milgram había intentado ciertas otras variaciones en su test.
En el decimoctavo experimento, el sujeto experimental sólo había tenido que leer las palabras a la víctima atada a la silla, y registrar las respuestas, mientras otra persona apoyaba los interruptores. Era el mismo sufrimiento aparente, el mismo pataleo frenético seguido por silencio, pero no eras tú el que apoyaba el interruptor. Tú sólo mirabas cómo pasaba, y leías las preguntas a la persona siendo torturada.
37 de 40 sujetos habían continuado su participación a ese experimento hasta el final, el final de 450 voltios marcado XXX.
Uno podría decidir sentirse cínico al respecto.
Pero 3 de 40 sujetos se habían negado a participar hasta el final.
Realmente existían, en el mundo, las personas que no harían daño a otros sólo porque una autoridad les diga que lo hagan. Aquellas que habían abrigado a gitanos y judíos y homosexuales y comunistas en sus desvanes durante el Holocausto, y a veces perdieron la vida por ello.
¿Y son esas personas de una especie que no fuera la humana? ¿Acaso tienen algún engranaje extra en sus cabezas, algún cacho adicional de circuitería neuronal, que mortales inferiores no poseen? Pero eso no era probable, dada la lógica de la reproducción sexual, que decía que los genes para maquinaria compleja serían malogrados más allá de todo arreglo, si no fuesen universales. Sea lo que sea de lo que esté hecha esa gente, todo el mundo tiene esas mismas partes dentro en alguna parte...
... bueno, es un pensamiento muy majo, pero no es estrictamente cierto, existen los daños cerebrales, la gente podía aprender genes y la complejísima máquina podría dejar de funcionar, había sociópatas y psicópatas, gente a la que le faltaba el engranaje de preocuparse. Quizas los instigadores de atrocidades habían nacido así, o quizás habían conocido el bien y aún así elegido el mal; a estas alturas no importa en lo más mínimo. Pero una supermayoría de la población debería ser capaz de aprender a hacer lo que los resistores al Holocausto hicieron.
La gente que había pasado por el experimento de Milgram, que habían temblado y sudado y reído nerviosamente mientras llegaban hasta el final de apretar los interruptores marcados 'XXX', muchos de ellos habían escrito para dar las gracias a Milgram, después, por lo que habían aprendido acerca de sí mismos. Eso también era parte de la historia, la leyenda de ese legendario experimento.
viernes, 28 de septiembre de 2012
Propaganda: una noble y útil tradición
Esto es un extracto del libro de Aldous Huxley, Nueva Visita A Un Mundo Feliz (disponible en su entereza en pdf en Español aquí ; como veréis, es un libro estupendo, y creo que disfrutaríais mucho leyéndolo)
El poder de inculcarnos sus valores, su narrativa, el de hacernos a la imagen que ellos quieren, previniendo que lo podamos decidir nosotros con un criterio otro que el que nos inculcan.
En sí, transmitir cultura no es malo, ni lo es intentar conseguir que los jóvenes sigan el liderazgo de los más experimentados. Pero, si es verdad que esas costumbres son tan buenas y tan dignas de ser heredadas, si es cierto su liderazgo es tan excelente que seguirlo es la mejor opción, estos hechos deberían ser capaces de sostenerse por sí mismos.
Y el hecho de que teman que tengamos la capacidad de evaluar lo que nos ofrecen, pone en entredicho la autenticidad de las "verdades" que nos dicen, y la justicia de las órdenes que nos dan.
Una sociedad sana, racional, no necesita usar los trucos de la mentira para hacer llegar la verdad, porque una verdad empírica se aguanta por sí sola.
En los artículos que seguirán a este, exploraré, mediante una selección de artículos sacados de varias fuentes, las múltiples formas en que la verdad queda falsificada y manipulada. Sesgos, falacias, y errores de juicio, que muchos cometemos a diario y sin apenas darnos cuenta, y que se interponen en nuestro camino a la verdad, y a la libertad de elegir con conocimiento de causa y de actuar en buena conciencia.
En su propaganda antirracional, los enemigos de la libertad pervierten sistemáticamente los recursos del lenguaje, con el objeto de atraer o empujar a sus víctimas hacia el modo de pensar, sentir y obrar que ellos, los manipuladores de la mente, desean. Una educación para la libertad (y para el amor y la inteligencia que son, a un mismo tiempo, las condiciones y los resultados de la libertad) debe ser, entre otras cosas, una educación en el uso propio del lenguaje.
Desde hace dos o tres generaciones, los filósofos han dedicado mucho tiempo y mucha meditación al análisis de los símbolos y al significado del significado. ¿Cómo se relacionan las palabras y expresiones que hablamos con las cosas, personas y sucesos con los que nos encontramos en nuestra vida cotidiana? Examinar este problema nos exigiría mucho tiempo y nos llevaría demasiado lejos. Basta que digamos que disponemos actualmente de todo el material intelectual que se precisa para una sólida educación en el uso propio del lenguaje, para una educación en todos los niveles, desde el jardín de infantes hasta los cursos para graduados.
Esta educación en el arte de distinguir entre l uso propio y el uso impropio de los símbolos debería ser inaugurada inmediatamente. En verdad, pudo haber sido inaugurada en cualquier momento de los últimos treinta o cuarenta años. Y, sin embargo, en ningún sitio se enseña a los niños, de un modo sistemático, a distinguir la afirmación verdadera de la falsa, la significativa de la carente de significado.
¿Por qué es así? Porque sus mayores, inclusive en los países democráticos, no quieren darles esta clase de educación. A este respecto, la breve y triste historia del Instituto de Análisis de la Propaganda es significativa en grado sumo.
El Instituto fue fundado en 1937, cuando la propaganda nazi era más ruidosa y efectiva, por el señor Filene, el filántropo de Nueva Inglaterra. Bajo los auspicios de este centro, se hicieron análisis de propaganda no racional y se prepararon varios textos para la instrucción de los estudiantes secundarios y universitarios.
Vino luego la guerra, una guerra total, en todos los frentes, en el mental no menos que en el físico. Con todos los Gobiernos Aliados dedicados a la "guerra psicológica", insistir en la conveniencia del análisis de la propaganda parecía un poco una falta de tacto. El Instituto fue cerrado en 1941.
Pero inclusive antes del estallido de las hostilidades había muchas personas a las que las actividades del centro les parecían muy inconvenientes. Ciertos educadores, por ejemplo, desaprobaban la enseñanza del análisis de la propaganda alegando que induciría al cinismo a los adolescentes. Tampoco los militares acogían con agrado tal enseñanza; temían que los reclutas comenzaran a analizar el lenguaje de los sargentos instructores. Y estaban luego los clérigos y los anunciantes. Los clérigos se pronunciaban contra el análisis de la propaganda alegando que un análisis así socavaría la fe y disminuiría la asistencia a la iglesia; los anunciantes adoptaron la misma actitud por entender que tal análisis socavaría la lealtad a las marcas y reduciría las ventas.
Estos temores y desagrados no carecían de fundamento. Un escrutinio demasiado a fondo por parte de demasiada gente del común de lo que dicen sus pastores y maestros puede resultar profundamente subversivo.
En su forma presente, el orden social depende para su continuación de la aceptación, sin demasiadas preguntas embarazosas, de la propaganda presentada por quienes tienen autoridad y de la propaganda santificada por las tradiciones locales.
Una vez más, el problema consiste en encontrar el oportuno término medio. Los individuos deben ser lo bastante sugestionables para que quieran y puedan hacer que su sociedad funcione, pero no tan sugestionables que caigan bajo el hechizo de manipuladores profesionales de la mente.
Análogamente, debe enseñárseles en materia de análisis de la propaganda lo suficiente para que no crean a ojos cerrados en la pura insensatez, pero no tanto que rechacen abiertamente las manifestaciones no siempre racionales de los bien intencionados guardianes de la tradición. Probablemente, el feliz término medio entre la credulidad y el escepticismo total nunca podrá ser descubierto y mantenido por el solo análisis.
Este planteamiento más bien negativo del problema tendrá que ser complementado por algo más positivo: la enunciación de una serie de valores generalmente aceptables basados en un sólido cimiento de hechos.
El valor, ante todo, de la libertad individual, basado en los hechos de la diversidad humana y de la singularidad genética; el valor de la caridad y la compasión, basado en un hecho conocido de antiguo y descubierto de nuevo por la moderna psiquiatría, es decir, el hecho de que el amor es tan necesario para los seres humanos como la comida y el techo; y, finalmente, el valor de la inteligencia, sin la que el amor es impotente y la libertad, inasequible.
Esta serie de valores nos proporcionará un criterio para que la propaganda pueda ser juzgada. La propaganda que resulte insensata e inmoral podrá así ser rechazada sin discusión. La que sea meramente irracional, pero resulte compatible con el amor y la libertad y no se oponga en principio al ejercicio de la inteligencia, podrá ser provisionalmente aceptada por lo que valga.En otras palabras: nuestros mayores no nos han preparado a nosotros, ni están preparando a los más jóvenes, a defenderse de la propaganda y la manipulación, política, mediática, y publicitaria. Y la razón parece ser deprimentemente sencilla: eso les da poder sobre nosotros.
El poder de inculcarnos sus valores, su narrativa, el de hacernos a la imagen que ellos quieren, previniendo que lo podamos decidir nosotros con un criterio otro que el que nos inculcan.
En sí, transmitir cultura no es malo, ni lo es intentar conseguir que los jóvenes sigan el liderazgo de los más experimentados. Pero, si es verdad que esas costumbres son tan buenas y tan dignas de ser heredadas, si es cierto su liderazgo es tan excelente que seguirlo es la mejor opción, estos hechos deberían ser capaces de sostenerse por sí mismos.
Y el hecho de que teman que tengamos la capacidad de evaluar lo que nos ofrecen, pone en entredicho la autenticidad de las "verdades" que nos dicen, y la justicia de las órdenes que nos dan.
Una sociedad sana, racional, no necesita usar los trucos de la mentira para hacer llegar la verdad, porque una verdad empírica se aguanta por sí sola.
En los artículos que seguirán a este, exploraré, mediante una selección de artículos sacados de varias fuentes, las múltiples formas en que la verdad queda falsificada y manipulada. Sesgos, falacias, y errores de juicio, que muchos cometemos a diario y sin apenas darnos cuenta, y que se interponen en nuestro camino a la verdad, y a la libertad de elegir con conocimiento de causa y de actuar en buena conciencia.
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